miércoles, 5 de octubre de 2011

LAS "VOCES" DE ANTONIO PORCHIA

Mi pobreza no es total: falto yo.

Si no levantas los ojos, creerás que eres el punto más alto.

No hallé como quién ser, en ninguno. Y me quedé, así: como ninguno.

El mal de no creer es creer un poco.

Sé que no tienes nada. Por ello te pido todo. Para que tengas todo.

Vengo de morirme, no de haber nacido. De haber nacido me voy.

Dios mío, casi no he creído nunca en ti, pero siempre te he amado.

Si yo fuese como una roca y no como una nube, mi pensar, que es como el viento, me abandonaría.

Quien perdona todo ha debido perdonarse todo.

Me hicieron de cien años algunos minutos que se quedaron conmigo, no cien años.

Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo.

Casi no he tocado el barro y soy de barro.

Se pueden tender puentes para salvar vacíos, pero no en un total vacío como tu total vacío.

Cuando no me hago daño, temo hacer daño.

En la calle, nada más que la calle, y en tu casa, nada. Ni la calle.

Estoy tan poco en mí, que lo que hacen de mí, casi no me interesa.

Donde hemos puesto algo, siempre creemos que hay algo, aunque no haya nada.

Hombres y cosas, suben, bajan, se alejan, se acercan. Todo es una comedia de distancias.

¿Es tanto lo que no sé? ¿Y cómo? ¿Es que alguna vez habré sabido tanto, que es tanto lo que no sé?

Si pudiera dejar todo como está, sin mover ni una estrella, ni una nube. ¡Ah, si pudiera!

Las certidumbres sólo se alcanzan con los pies.

El hombre, cuando sabe que es una cosa cómica, no ríe.

En mi silencio sólo falta mi voz.

En todas partes mi lado es el izquierdo. Nací de ese lado.

No me hables. Quiero estar contigo.

Cuando me llaman «mío», no soy nadie.

Hasta el más pequeño de los seres lleva un sol en los ojos.

Para librarme de lo que vivo, vivo.

Si eres bueno con éste, con aquél, éste, aquél dirán que eres bueno. Si eres bueno con todos, nadie dirá que eres bueno.

Para los que mueren, esta tierra es lo mismo que la más lejana estrella. No debiera preocuparnos tanto lo que sucede... en la más lejana estrella.

Cuanto vuelve, no vuelve todo, ni aun volviendo todo.

He perdido doble, porque también he ganado.

Quien hace un paraíso de su pan, de su hambre hace un infierno.

Mi alma tiene todas las edades, menos una: la de mi cuerpo.

Y si es tan veloz el cambiar de las cosas, cuando vemos las cosas no vemos las cosas. Vemos el cambiar de las cosas.

Los sí y los no son eternidades que duran momentos.

La piedra que tomo en mis manos absorbe un poco de mi sangre y palpita.

Solamente donde puedo estar todo siento que está todo. Y a veces hasta en nada puedo estar todo. Y a veces ni en todo puedo estar todo.

Comprendo que la mentira es engaño y la verdad no. Pero a mí me han engañado las dos.

Todas las cosas pronuncian nombres.

Cuando las estrellas bajan, ¡qué triste es bajar los ojos para verlas!

Me iré de ti, pero tú no te vayas de mí. Porque me iré de ti como me voy de todo, sin que nada se vaya de mí.

Esos muy diminutos seres que viven un corto momento, sabemos que viven un corto momento, pero no sabemos si viven cien largos años en el corto momento que viven.

Tú crees que me matas. Yo creo que te suicidas.

Hallarás la distancia que te separa de ellos, uniéndote a ellos.

Entra una nueva pena y las viejas penas de la casa la reciben calladas, no muertas.

Eramos yo y el mar. Y el mar estaba solo y solo yo. Uno de los dos faltaba.

Cuando me hiciste otro, te dejé conmigo.

A veces hallo tan grande a la miseria que temo necesitar de ella.

Mis ojos, por haber sido puentes, son abismos.

Quien se queda mucho consigo mismo, se envilece.

Han dejado de engañarte, no de quererte. Y te parece que han dejado de quererte.

Antes de recorrer mi camino yo era mi camino.

Durmiendo sueño lo que despierto sueño. Y mi soñar es continuo.

Pueden en mí, más que todos los infinitos, mis tres o cuatro costumbres inocentes.

Y si llegaras a hombre, ¿ a qué más podrías llegar ?

Nada no es solamente nada. Es también nuestra cárcel.

He llegado a un paso de todo. Y aquí me quedo, lejos de todo, un paso.

El dolor no nos sigue: camina adelante.

En plena luz no somos ni una sombra.

Mueren cien años en un instante, lo mismo que un instante en un instante.

La confesión de uno humilla a todos.

Sí, me apartaré. Prefiero lamentarme de tu ausencia que de ti.

Quien dice la verdad, casi no dice nada.

La razón de todos es un monstruo y la razón de uno... es la razón de uno.

Y si crees que eres como cualquier ser, como cualquier cosa, eres todos los seres, todas las cosas. Eres el universo.

Quieren perderte, casi por nada. Y tú quieres salvarte. ¿ Y para qué quieres salvarte... casi por nada ?

No hables mal de tu males a nadie, que hay culpas de tus males en todos.

Se puede no deber nada devolviendo la luz al sol.

Hay caídos que no se levantan para no volver a caer.

Casi siempre es el miedo de ser nosotros lo que nos lleva delante del espejo.

Las cadenas que más nos encadenan son las cadenas que hemos roto.

Había males y había malos. Hoy hay solamente males. Me he liberado de los malos.

Cuando las estrellas bajan, ¡ qué triste es bajar los ojos para verlas !

Comencé mi comedia siendo yo su único actor y la termino siendo yo su único espectador.

No ves el río de llanto porque le falta una lágrima tuya.

Lleve cada uno su culpa y no habrá culpables.

Nadie es luz de sí mismo: ni el sol.

Un corazón grande se llena con muy poco.

Se me abre una puerta, entro y me hallo con cien puertas cerradas.

Todo lo que cambia, donde cambia, deja detrás de sí un abismo.

Quien recoge su soledad, para quedarse solo con ella, nunca termina de recogerla.

Uno es uno con otros; solo no es nadie.

La razón, cuando alguna vez ha sido mía, me ha hecho daño.

Un alma santa no nace de un paraíso; nace de un infierno.

Yo preguntaría a esos mundos qué grano de arena los mueve a rodar.

La vida es tan poco, que todo está bien en ella.

Me iré de ti, pero tú no te vayas de mí. Porque me iré de ti como me voy de todo,
sin que nada se vaya de mí.

Lo que es igual para todos no interesa a nadie.

A quienes no tienen más posibles es justo que se les perdonen algunos imposibles.

Si el hombre tuviese alas, bajaría más.

A veces es tan largo el morir que me siento ser inmortal.

El viaje: un partir de mí, un infinito de distancias infinitas y un arribar a mí.

Lo que hice o no hice, creo que pasó. Y lo que haré o no haré creo que también pasó.

Cuando no sea más nada, ¿no seré más nada? ¡Cómo quisiera no ser más nada cuando no sea más nada!

Y si el amor es el amor perdido, ¿cómo encontrar el amor?

No comprendo cómo el hombre puede ser el hombre. Porque el hombre es lo que hay en él
y lo que hay en él no es el hombre.

Pequeño es aquel que para mostrarse esconde.

Creen que moverse es vivir. Y se mueven, no para vivir. Se mueven para creer que viven.

Los sí y los no son eternidades que duran momentos.

El no ser feliz es lo único que pagan todos, y es lo único que podría obtenerse por nada.

Hay olvidos que son quien olvida.

No parece ser una necesidad del hombre, el hombre mismo.

Fuera de mi estrecha celda, no hallo holgura.

Cuando comienzan a vernos como esto, como aquello, comienzan a no vernos.

Toda persona anónima es perfecta.

Cuanto más me alejo de todo, más temo a todo, y más me alejo de todo.

Sabes tanto de mí y no me comprendes. Saber no es comprender. Podríamos saberlo todo y no comprender nada.

El sueño que no se alimenta de sueño desaparece.

Todo es nada, pero después. Después de haberlo sufrido todo.

Cuando tú y la verdad me hablan, no escucho a la verdad. Te escucho a ti.

No podrá esperarte más. Porque has llegado.

Y si no pudiera alejarme de mí, no podría acercarme a nadie, a nada. Ni a mí.

Las cadenas que más nos encadenan son las cadenas que hemos roto.

Quieren que me haga diferente. Y sin ellos hacerse diferentes y sin nada hacerse diferente.
¿Y de qué me haría diferente?

Ser alguien es ser alguien solo. Ser alguien es soledad.

Siempre busco alguna luz y siempre en la noche y no alumbrado por ninguna luz.

Su todo se ha rodeado de nada. Soledad total con una puerta inútil y una ventana inútil.

Lo que dicen las palabras no dura. Duran las palabras. Porque las palabras son siempre las mismas y lo que dicen no es nunca lo mismo.

Sin un porqué, todo parece desequilibrado; y con un porqué, todo parece un porqué.

Todos pueden matarme, pero no todos pueden herirme.

Me has dicho tanto, tanto de sus cosas, que ya no queda nada de tus cosas.

Háblame de otras almas, no de tu alma, y así me hablarás de tu alma.

No subas a los cielos por tan poco, que es muy triste bajar de los cielos por tan poco.

La distancia que me aleja de todo, ya es toda la eternidad. Y aún no me he separado nada, de nada.

Y su dolor llegó a ser infinito, de tanto no alcanzar para nada su dolor.

Estar en compañía no es estar con alguien, sino estar en alguien.

Lo que somos es para algo que no somos.

Los que se levantan para levantarse y no para levantar, no comprendo por qué se levantan.

La verdad, que debiera ser lo eterno, siempre, es siempre lo recién nacido o lo recién muerto.

La estrella y el insecto. Nada más. Para la estrella el insecto y para el insecto la estrella.
Y nadie quiere ser el insecto. ¡Qué extraordinario!

He visto que lo posible es el mundo de las miserias. Por ello casi no me ocupo más de lo posible.

Y si respiras en el hombre, en el pequeñísimo hombre, todo, ¿cómo no te ahogas?

Ha sido correcto conmigo todo el universo, menos el hombre, mi semejante.

Te llevaré flores donde ellos saben que estás y donde yo sé que estás; en ambos lugares distintos.


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