domingo, 11 de abril de 2010

LOS XII TRABAJOS DE HERACLES Y SU RELACIÓN CON EL ZODIACO

Los doce trabajos de Heracles (en la mitología romana Hércules) son una serie de arcaicos episodios relacionados por una narración continua posterior, sobre la penitencia llevada a cabo por Heracles, el mayor de los héroes griegos. Los enfrentamientos individuales de éste con varios animales le sitúan antes de la literatura griega y los temas orientales.

Los antiguos griegos cultivaban la belleza en las artes y en las letras tanto como apreciaban la fuerza física natural. Por eso a Hércules le concedieron los más altos honores entre todos sus héroes y lo tomaron como símbolo de la fuerza. La frase los trabajos de Hércules ha llegado o ser conocida y empleada en todo el mundo, y algunos de estos trabajos se mencionan separadamente con gran frecuencia. Por ejemplo, «limpiar las cuadras de Augías» significa hacer algo casi imposible. Hércules en su juventud despertó los celos de Euristeo, rey de Argolis, al que los dioses habían conferido poder para realizar una serie de servicios. Euristeo encargó a Hércules que llevase a cabo los siguientes trabajos que, según muchos astrólogos interpretan un recorrido por los doce signos del zodiaco:

1. Capturar a la cierva de Cerinia: Aries
2. Capturar al Toro de Creta: Tauro
3. Robar las manzanas del jardín de las Hespérides: Géminis
4. Robar las Yeguas de Diomedes: Escorpio
5. Matar al león de Nemea: Leo
6. Robar el cinturón de la reina Hipólita: Virgo
7. Capturar al jabalí de Erimanto: Libra
8. Matar a la hidra de Lerna: Cáncer
9. Matar a los pájaros del Estínfalo: Sagitario
10. Capturar a Cerbero: Capricornio
11. Limpiar los establos de Augías: Acuario
12. Robar el ganado de Gerión: Piscis


lunes, 5 de abril de 2010

sábado, 3 de abril de 2010

LA CONJURA DE LOS NECIOS

"Soy capaz de tantas cosas y no se dan cuenta. O no quieren darse cuenta. O hacen todo lo posible por no darse cuenta. Necedades. Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer. El bueno lo he intentado andar y no me ha ido bien. Juro que ha sido así. De pequeño hice todo lo que consideré correcto y lo que está bendita New Orleáns, con sus acordes de ébano y sus insoportables chaquetas a rayas me inducía a hacer. Estudié profundamente y traté de trasladar mis conocimientos con pasión. Los estudiantes saben eso. También escribí encerrado en un pequeño mundo cuarto juntando frases, frustrándome ante las huidizas buenas palabras y las no menos resbaladizas imágenes, comparaciones, situaciones, personajes, diálogos. Asumí estar en ese camino porque es ese el modo como se consiguen los sueños. Al menos eso creía hasta un día, cuando tenía todo acabado y faltaba la confirmación de que había decidido bien, no hubo recompensa. No hubo zanahoria, Ahí me di cuenta de que ya estaba caminando, lejos de mi voluntad, por la otra senda. Esa que no es la buena ni la mala. Porque está claro que la buena es buena porque es una opción propia. La mala es mala porque también es tu opción. Pero la otra no es algo que hayas escogido, por lo cual no pueden decir que es ciertamente buena o ciertamente mala. Es ciertamente ajena, impropia. Por ese camino involuntario caminé, llevado de las narices, arrastrado como un palo sin poder animarme. Tuve que resignarme a ser como ellos me ordenaban, a aceptar sus juicios y sus rechazos. A comprobar una vez más que no todos pueden ver más allá de su aliento. A ser víctima de un sistema que hace de gente como yo infelices zombies o incomprendidos. Y hay que tener el espíritu muy bien templado, tal vez como acero damasquino o más, para afrontar semejante fuerza. "

John Kennedy Toole


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