Sobre su poesía se ha dicho:
"Su poesía practica con absoluta espontaneidad una cosa que a la lírica de Occidente hace mucho tiempo que le cuesta, que encuentra muy problemática. Los poemas de Marta Pessarrodona son poemas que siempre hablan con alguien, que saben a quién se dirigen, que se ponen frente a un tú al que inmediatamente convierten en cómplice. Esta poesía va contra corriente en unos tiempos en que se diría que el pudor no parecía consentir ninguna otra expresión que la de las perplejidades intelectuales o bien las de los placeres circunstanciales de un cuerpo hecho pura y simple sensación. No es que en esta poesía no haya sensaciones ni ideas, sino que cuando aparecen, lo hacen de la mano de aquellas palabras que prácticamente podríamos escribir en mayúscula, de tan recurrentes que son en estos versos: Amor, Fidelidad, Dolor, Debilidad, Amistad, Nostalgia, Devoción, Alegría, Deseo, Emoción, Tristeza.
El poema empieza con unos primeros versos asertivos, como la constatación de un hecho, de un estado de ánimo, o como la asunción de una pequeña o gran verdad que en aquel momento es importante remarcar porque el yo la hace propia. El resto del poema suele ser una digresión o una variación sobre el título o estos primeros versos, ya sea de forma más o menos abstracta, más o menos metafórica o aplicada a una anécdota o circunstancia concreta. A veces el poema se construye como una divagación mental o verbal, pero siempre atenta al tema y a las consecuencias generales y personales que de ella se desprenden. Hay, sin embargo, una variante de esta estructura típica de la poesía de Pessarrodona que no invalida el planteamiento imaginativo, sino que modifica su ejecución. Partiendo de un título intertextual y alusivo, y de una frase ingeniosa o un sintagma productivo, se estructura el poema en estrofas, cada uno de las cuales viene encabezada por el mismo paralelismo sintáctico. Y en cada nueva estancia se reanuda y se cambia, se modula, el contenido del alma del yo poético. Ésta es una forma de composición muy propia de la canción, y en el volumen A favor meu, nostre, se confirma como una de las grandes maneras compositivas de Marta Pessarrodona.
La de Marta Pessarrodona no es una poesía simplemente confesional, simplemente de experiencia, simplemente personal. Otra virtud destaca en medio de sus versos, y es la capacidad para vincular siempre el destino del personaje poético con el momento de la suerte colectiva, a menudo incierta y por desgracia adversa. Esta autora catalana es, en conclusión y probablemente, la mejor poetisa catalana actual (y eso es tanto como decir una de las más destacadas que existen en términos absolutos, si prescindimos del poder político-económico de las lenguas, las culturas y los países), por la solidez poética de su voz, por la singularidad de su poesía, y por la versatilidad de su verbo dentro de un timbre lírico inconfundible."
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