Hoy quiero postear un artículo que leí hace bastantes años y me encantó, trata sobre la tiranía al exigir y el autoritarismo en contraposición al reconocimiento, la motivación y la gratitud. También muestra la importancia de una buena higiene mental para vivir de una manera más sana y feliz. He tenido la suerte de encontrar el artículo así que lo comparto con todos vosotros.
BENJAMIN ZANDER, DIRECTOR DE LA FILARMÓNICA DE BOSTON
"Sea egoísta: hable bien de sus enemigos"
Tengo 66 años y... ¿Retirarme? ¡Dios mío, pero si estoy de
vacaciones toda mi vida: hace ya 30 años que dirijo la Filarmónica de
Boston! Nací en Inglaterra. Mi mujer y yo vivimos juntos separados. Soy
un agnóstico renacido al agnosticismo y lleno de fe en las personas. La
derecha da caridad, la izquierda da solidaridad, y yo soy solidario
LLUÍS AMIGUET - 23/05/2005
-Tengo un amigo que se ha gastado una fortuna en clases de violín para su hijo, y el chaval pasa.
-¿De verdad quiere que su hijo toque el violín?
-Le hace muchísima ilusión.
-Pues que le pague un dinerito por aprender: unos dólares por hora de clase.
-¿Eso es todo su consejo? ¿Unas pesetillas?
-¿Quiere que ese niño toque el violín más allá de ese dinerito?
-Sí.
-¿Quiere que sea un violinista que haga vivir cosas nuevas a millones de personas?
-¡Sí!
-Entonces pídale que toque un poquito para usted y concéntrese en lo
mejor de su interpretación: entorne los ojos al escucharle, emociónese
con ese violín de su hijo y después exprésele lo mucho que le ha
conmovido y, si lo ama de verdad, llore.
-¿Es que no recuerda usted cómo suena un violín mal tocado?
-¿Cuando un niño se echa el primer pedito no lo celebran sus padres con aplausos?
-También es una interpretación.
-¡Y se emocionan! ¡Hasta puede que derramen una lágrima! ¡Y es caca!
¡Pero también es amor! Sólo le pido que celebre el esfuerzo de su hijo.
No le ponga usted primero un cero y después le exija un sobresaliente.
-¿No hay que exigir más a los que quieres?
-En la vida, debes poner primero la buena nota a los tuyos y luego
pedirles más, pero sólo después de reconocerles todo lo que han sido
capaces de lograr, debes animarles a que lo hagan mejor. Tal vez no le
ha dicho usted nunca a su hijo qué bien juega a fútbol o qué bien canta o
lo simpático que es o tal vez hace mucho que no se lo dice. Y tal vez
por eso el chaval se niega a tocar el violín.
-Yo creía en la exigencia.
-Mire, yo llevo 30 años dirigiendo la Filarmónica de Boston.
-Lo sé: nadie dirige Mahler como usted.
-Algo he aprendido, pero me equivoqué muchísimo durante mucho
tiempo, porque exigía a mis músicos antes de premiarles: les pegaba
gritos y broncas en público.Yo estaba convencido de que así dirigía la
orquesta...
-¿No se trata de eso, de dirigir?
-¡Cuánto me equivocaba! No es el director el que hace la música: son
los músicos. Yo creía en la jerarquía y en el que manda y el que
obedece, porque el que manda es mejor y sabe lo que le conviene al de
abajo.Y no es así. Así vas al desastre.
-¿Qué es dirigir entonces?
-Dirigir es ayudar a otros, que no son peores que tú sino que son
como tú, a que descubran y aprovechen la posibilidad de ser mejores
contigo...
-Tomo nota.
-... Y ellos, entonces, te dan la posibilidad a ti de ser un gran
director. No se trata de que tú seas buenísimo y que ilumines a los
demás y les guíes por el camino de la perfección. Se trata de descubrir
juntos cómo podemos ser mejores. Tú debes descubrirles su fuerza.
-Suena bien, pero ¿cómo se consigue?
-Tienes que conocer a tus músicos, tienes que conocer a tu equipo,
te tiene que interesar cada una de esas personas y entonces sabrás cómo
pueden mejorar cada nota, cuáles son sus teclas.
-¿Y usted cómo lo hace?
-Soy uno de los pocos directores de orquesta que ensayan después de la representación.
-Hombre, tampoco hay que abusar.
-Es el momento. El público abandona la sala, y yo les digo a mis
músicos todo lo que me ha gustado de su interpretación. Les agradezco la
pasión, la vitalidad, la precisión, la expresión... Y... ¡Fíjese en esa
"y"!
-¿Por qué?
-¡He dicho "y" y no he dicho "pero". Les he dicho a mis músicos:
"Chicos: ¡muy bien, y además podemos mejorarlo!. No les he dicho a mis
músicos con suficiencia: "No está mal, pero habéis fallado en...".
-Son matices.
-Es higiene mental, como la física, imprescindible para que los
demás te aprecien. Gracias a ella, logré superar la crisis de mi vida.
-¿Un bloqueo creativo?
-Vital. La mujer que amaba y yo nos separamos. Normalmente en los
divorcios, cada uno habla mal del otro, y los amigos se dividen entre
los dos bandos jaleando los insultos hasta que te hacen exclamar: "¡Qué
suerte que te has librado de ese o esa impresentable!".
-Todos hemos pasado por algo así.
-Así construyes confianza negativa: te sientes mejor denigrando a tu
ex, pero sólo de momento, porque al lanzar basura sobre alguien que has
amado y tal vez te amó te degradas. Esa basura mental te ensucia a ti.
-¿Acaso usted hablaba bien de su ex?
-Por mi propio bienestar jamás la critiqué, ni ella a mí: nos
dijimos que siempre seríamos importantes el uno para el otro y seguimos
siéndolo. Rose y yo aún disfrutamos de las mejores y más sinceras
conversaciones de nuestras vidas. Somos casi vecinos.
-Me alegro por usted.
-Las posibilidades que tenemos de hacer el bien son infinitas. ¡Qué
inmenso poder! Y repercute enseguida en nosotros. No se trata de ser muy
bueno, sino de no ser muy tonto.
-¿No habla usted mal de nadie?
-Soy egoísta, por eso para sentirme bien nunca hablo mal ni de mis
enemigos. Es síntoma de debilidad reunirse para criticar a los ausentes:
también es cortedad mental, porque degrada a los propios difamadores.
-¡Dios mío! ¡Va a acabar usted con la mitad de la programación televisiva de este país!
-Concéntrese en decir las cosas buenas de los demás y dígaselas.
-A veces no puedes mentir.
-Dígaselas y serán verdad.