jueves, 24 de septiembre de 2009
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sábado, 19 de septiembre de 2009
MISS ANTROPÍA
El nacimiento de la misantropía se atribuye a numerosos escritores satíricos, tales como William S. Gilbert (Odio a mis congéneres). En la la representación teatral clásica de la misantropía encontramos la comedia "El misántropo", de Molière, en la que Alciestes, su protagonista, se manifiesta abiertamente en contra de la hipocresía de la sociedad parisina en la que se sitúa la obra, hipocresía llevada al extremo en la vida y maneras de su amada Celimena. La misantropía de Alciestes busca en el exilio voluntario a la vida ermitaña la solución a su hartazgo por la humanidad. Immanuel Kant dijo que "de la naturaleza tortuosa de la humanidad, ninguna cosa recta se puede obtener". Poca razón le faltaba.
Por otra parte, el filósofo alemán Arthur Schopenhauer escribió que "la existencia humana debe ser una especie de error". Sin embargo hay que decir que la misantropía no equivale necesariamente a una actitud inhumana hacia la humanidad. Schopenhauer concluyó, de hecho, que el trato ético hacia los otros era la mejor actitud, pues todos somos sufridores y parte de la misma voluntad de vivir. Martin Heidegger, en cambio, era opuesto a cualquier ética o razón para tratar a los otros con respeto. En tiempos recientes, Anton LaVey y su marca de satanismo ha expresado una misantropía militante que a diferencia de otros misántropos sí tiene rasgos sectarios, yendo tan lejos como abogar por la esterilización de partes de la población y reducir en guetos "las formas más bajas de vida humana".
Actualmente hay un movimiento llamado "Voluntary Extinction Movement" que obedece tal vez a deseos misántropos y a un acto de buena fe colectiva de erradicar poco a poco el mal causado y el mal futuro, extinguiéndonos como especie (o virus). Por otro lado, en el plano musical tenemos a la banda de rock Manic Street Preachers, que en una de sus canciones del álbum The Holy Bible apuntaban que: "todo lo que predico es extinción".
Son muchos los misántropos de este mundo y algunos conocidos, como Francisco de Quevedo, Salvador Dalí, Pío Baroja, Stanley Kubrick... Ni buenas ni malas personas. La maldad o bondad no depende tu de aversión a la raza humana siempre. Yo no odio lo que soy sino más bien lo que me quieren hacer ser y formar parte. El espejo donde se refleja el mundo no es el espejo donde me miro. Soy una misántropa humanista. Ya sé que es contradictorio. Pero las contradicciones son necesarias para el crecimiento personal y la evolución.
Soy una misántropa que es buena persona, que cuida de los demás y actúa siempre con buenas intenciones, que no conoce la envidia ni el rencor (a pesar de que las heridas tienen memoria). Soy una persona que siente una cierta repulsión hacia las masas, pero que ama a una parte de esa masa indeseable que conforma la especie humana. Y no es que yo crea que valgo más que el vulgo, sino que si de algo puedo estar orgullosa, es de ser noble y pura de corazón, extremadamente consciente del dolor ajeno, sobre todo de aquellos más débiles, sea de la especie que sean, por supuesto incluídos animales. De no ser capaz de matar una mosca pero poder ser capaz de matar por los que quiero. No soporto la estupidez humana.
Evidentemente no todo el mundo es detestable. Pero sólo que haya una inmensa minoría, me basta. No apartemos la vista de lo que sucede cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo. Diariamente somos bombardeados por noticias (noticias que por cierto, raramente son positivas) referentes a abusos, maltratos, daños, manipulaciones, torturas, hipocresía, mentiras, barbaries sin límite, injusticias diversas cometidas por el hombre a las que ya estamos tan acostumbrados que no nos afectan. Nos parece ficción. Queremos que así sea. Somos unos putos egoístas. Una plaga letal para este planeta. Hijos del mal y la ignorancia.
martes, 15 de septiembre de 2009
ESCRIBIR - MARGUERITE DURAS
•La soledad de la escritura es una soledad sin la que el escribir no se produce, o se fragmenta exangüe de buscar qué seguir escribiendo. Se desangra, el autor deja de reconocerlo.
•Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido. Un escritor es algo que descansa, con frecuencia, escucha mucho.
•Porque un libro es lo desconocido, es la noche, es cerrado, eso es. El libro avanza, crece avanza en las direcciones que creíamos haber explorado, avanza hacia su propio destino y el de su autor, anonadado por su publicación: su separación, la separación del libro soñado, como el último hijo, siempre el más amado.
•Un libro abierto también es la noche.
•Escribir a pesar de todo pese a la desesperación. No: con la desesperación. Qué desesperación, no sé su nombre. Escribir junto a lo que precede al escrito es siempre estropearlo. Y sin embargo hay que aceptarlo: estropear el fallo es volver sobre otro libro, un posible otro de ese mismo libro.
•Todo escribe a nuestro alrededor, eso es lo que hay que llegar a percibir; todo escribe.
•Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos – sólo lo sabemos después – antes, es la cuestión más peligrosa que podemos plantearnos. Pero también es la más habitual.
La escritura: la escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada excepto eso, la vida.